Bienvenue

Bienvenido a un repaso de las obras que han removido sentimientos, que se han adelantado a lo vivido... que se han convertido en parte de nuestra vida.

viernes, 23 de julio de 2010

Irreversible

Como ávidos consumidores de materiales audiovisuales y literarios cada vez resulta más difícil ser sorprendidos. Nuestra intuición, producto de exposiciones previas, nos alerta ante las intenciones de un guión- ¡Ja!, quiere darme a entender esto para luego presentar como culpable al supuesto bueno…- cuyas implantaciones a lo largo del filme irán adquiriendo significado y cerrando la historia, siempre que no hayan sido puestas para el mero despiste del espectador. Este aprendizaje de la narrativa cinematográfica lo adquirimos inconscientemente, como el acostumbramiento a las escenas explícitas y a la violencia, en parte favorecidas por los informativos televisivos, discípulos de los tabloides norteamericanos de los setenta y que no sienten pudor por mostrar la cruda realidad, entiéndase en sus diferentes acepciones. Y debemos reconocer que dentro de la condición humana se encuentra el aspecto de la morbosidad, y yo soy la primera morbosa-curiosa en lo que a los productos de las industrias culturales se refiere. Así llegué hasta la película Irreversible - Gaspar Noé, 2001- que salió a relucir durante una conversación entre amigos. Mientras prestaba gran parte de mi atención en comprender el discurso en inglés del profesor de un amigo, mi pabellón auditivo se desplegó hacia la derecha, donde en lengua madre, dos amigos repasaban la cruenta historia y puesta en escena de la citada película. El hablante shakespiriano seguía hablando, yo asintiendo, y mi mente tratando de captar palabras clave que, a la vez, no desvelaran demasiado del argumento. Finalmente opté por taparme los oídos indisimuladamente. Busqué información sobre la peli, no quería leer demasiado pero lo justo para situar la historia. Leí que se había convertido en obra de culto y que dos de sus escenas destacaban por su crueldad y violencia. Ya estaba condicionada – lo cierto es que me pasa rápidamente y con poca cosa-, habría dos escenas escandalosas que alimentarían nuestro apetito morboso y sanseacabó. Para qué mentir, eso me bastó para querer ver la peli cuanto antes. No esperaba gran cosa y me jacté conmigo misma del cine con marcados tintes violentos –bajo la justificación de la venganza- que solía consumir en compañía de mi amigo F., una influencia poco recomendable (i´m kiding, man!) Una vez acabado su visionado sus imágenes estuvieron rondando por mi cabeza todo el día, mareada, asqueada. Odiaba la fotografía del comienzo, la luz parecía colarse por un filtro de agua emponzoñada, pantanosa. La cámara merodeaba como un insecto infecto que revoloteara sobre el fango y la inmundicia. El sonido ambiente tenía de fondo al propio artrópodo en un vuelo cojonero. Como contraste el plano secuencia de Mónica Bellucci. Sin cortes, sólo el ritmo interno de la acción con movimientos verticales, el jadeo desesperado, interminable… y la cámara quieta, impertérrita, fría, para que ningún recurso salvo el de la propia actuación, fuera el protagonista de un hecho deleznable al que se acerca con un verismo que atenaza. Llegados a este punto pasamos de entender el discurso, a entender la historia- con su peculiar, aunque no novedosos orden cronológico- que nos propone Noé. Tras este filme y el tráiler de Carne, su primer mediometraje, sólo puedo decir que no deseo volver a explorar a este director, ya no por esas escenas de digestión complicada, sino por la sensación nauseabunda e irreparable que ha dejado en mí. Aún quedan maneras de sorprender, aunque sean negativamente. Aún así os animo a que sacies vuestra morbcuriosidad por vosotros mismos, puede que seáis de los que consideren a Noé como director de culto.
Puntuación película: ¿?



viernes, 2 de julio de 2010

Lo he intentado, de verdad

Hay libros y películas que se nos resisten. Accedemos a ellos con nuestra mejor intención, atraídos por obras previas de ese mismo autor que nos parecieron increíbles o por recomendación de otros. Hace años procuraba poner lo mejor de mí y vencer la resistencia inicial, avanzando páginas o frames con un esfuerzo que anhelaba una recompensa más adelante. Ahora me he vuelto mucho más vaga, y no suelo aguantar más de diez páginas o minutos si no encuentro un enganche. Aún así, pasados los meses, normalmente muchos meses, he recaído en intentonas, sirvan los siguientes ejemplos:

Olvidado rey Gudú de Ana María Matute (1996); mi madre me lo regaló con su mejor intención (yo se lo había pedido como regalo de Reyes) y no paso de un par de capítulos.

Adèle and Co. de Dornford Yates (1931); lo compré en inglés en una tienda de segunda mano, creo que me dejé llevar por las anotaciones en finés de su anterior dueño. Se supone que el libro está cargado de lirismo, pero a mi me cuesta encontrárselo cada vez que vuelvo a la carga.

Por el camino de Swann de Marcel Proust (1913); me da rabia no poder avanzar porque me identifico totalmente con esa recuperación de lo vivido, de los recuerdos, a través de los sentidos. Me conmueve cuando lo leo, pero siempre encuentro una excuasa para dejarlo apartado. A ver en vacaciones...

jueves, 1 de julio de 2010

Caché (Escondido), de Michael Haneke (contiene spoilers)


Entiendo que esta película genere sentimientos contradictorios, en parte vaticinados por un trailer engañoso. Del trailer hay que quedarse con el principio, con los planos generales sin movimiento de cámara en los que parece no pasar nada, aparentemente una mostración de la cotidianidad.

Pero de puertas adentro algo está sucediendo, a ritmo pausado, sin prisas, en la vida de un matrimonio. El detonante son unas cintas de video cuyo autor no se identifica mas que a través de macabros dibujos infantiles.

A partir de aquí yo no seguiría leyendo salvo que ya haya visto la peli o no tenga intención de hacerlo en la vida.


¿Por qué?, ¿por qué no nos dice Haneke quién es el emisario?, ¿por qué narices nos cuenta todo esto para al finar guardarse lo mejor?
¿Os habeis fijado en la última escena?, aquella en que, de nuevo, la cámara fija nos informa de la salida de los alumnos de un instituto... pues repasadla.



Una vez que la hayais observado.... habreis detectado a el hijo del suicida y su encuentro con Pierrot. Vaya, ¡ahí está la clave!, ¡por fin!, la prueba de que todo ha sido idea de él.

Pues no. Viendo una entrevista a Haneke cuenta que ninguno de los personajes es el autor de las cintas, que no hay misterio que resolver, que lo importante es el conflicto creado, vamos un Mc-guffin de los de Hitchkock. El director nos hace partícipe de una ruptura de los patrones narrativos clásicos, en los que el autor de la película, ese ente abstracto, fuera de su obra, nos hace, en este caso, un guiño, introduciéndose en su criatura.

Puntuación de la película: 7 de 10

Bataille

Hace un par de años elegí al azar un libro de la biblioteca,Historia del ojo (Histoire de l’oeil , 1928), una edición de los ochenta con tapas verdes postizas con escasos dibujos a tinta, de contenido erótico, que me recordaron al hacer de Egon Shiele. Su autor, George Bataille, me sonaba de oídas, aunque no era capaz de ubicarle en tiempo, espacio y obras. Una vez en el autobús empecé su lectura sin ánimo continuista, sólo para comprobar qué tipo de libro había cogido. Desde la primera página el autor nos hace sonrojar, nos hace partícipe de un mundo pornográfico y surrealista al que el lector trata de poner orden y dotar de significado a términos que cree simbólicos (ojo, huevo, ano, tierra). Plagado de escenas que recuerdan a fantasías eróticas quasi imposibles, Bataille me pareció un discípulo más retorcido que el propio Marqués de Sade.


Y de nuevo apareció Bataille, cobrando más protagonismo el título de su último libro publicado en vida, Lágrimas de Eros (Les Larmes d'Éros , 1961), que el nombre del propio autor, en la exposición Lágrimas de Eros, organizada por el Museo Thyssen-Bornemisza a finales del año pasado. Creo que uno de los aciertos de la misma fue el de entreverar obras de artistas, desde del Renacimiento hasta contemporáneos, agrupándolos en torno a los mitos clásicos grecolatinos y las historias bíblicas. De Jan Wellens de Cock a Cindy Sherman y Bill Viola.