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Bienvenido a un repaso de las obras que han removido sentimientos, que se han adelantado a lo vivido... que se han convertido en parte de nuestra vida.

lunes, 16 de agosto de 2010

Let´s get lost (Bruce Weber, 1988)


Este documental explora la biografía de uno de los mitos de la música jazz norteamericana, Chet Baker, virtuoso intérprete de trompeta y cantante de voz cálida, dulce, de eterno jovencito, y a la vez melancólica. Reestrenada en Cannes en 2009, se le hizo el honor merecido de pasearse de nuevo por las salas españolas el año pasado.
El Chet del documental aparece como un ser desgastado físicamente que aparenta al menos quince años más. Como contraste el potente y amplio archivo fílmico y fotográfico nos devuelve al Chet joven, aquel que triunfó y que comparte con el actual el llevarse a las féminas de calle.
Gran importancia adquieren los testimonios de su segunda esposa y de la presente, junto con sus hijos. La imagen familiar está coja, falta la figura paterna, de gira por Europa y disfrutando de la vida nocturna, contribuyendo al mito de sexo, alcohol y música.
Un jovencísimo Chris Isaac aparece de refilón en el estudio de grabación, ilusionado con la oportunidad de compartir acordes con el superviviente Baker, puesto que su adicción a drogas duras ya tendría que haber acabado con él hace lustros.
Su rostro surcado de arrugas profundas, como las de un granjero expuesto a las condiciones extremas de su trabajo, hace que nos compadezcamos de él en ciertos momentos, aunque la aparente imparcialidad del documento nos muestra a un Chet pendenciero y sobre todo, mentiroso, que nos aleja de ese sentimiento paternalista.
Merece la pena sumergirse en el universo Chet y dejarse llevar por su música y los recuerdos-tanto buenos como tormentosos- a los que decidió poner fin de motu propio al poco de terminarse este documental. ¡Perdámonos!

Puntuación: 8